sábado, 15 de agosto de 2009

Bajo la lluvia

Tal cual el man ese que canta que le encanta cantar bajo la lluvia, uno de los placeres mas grandes para ciertos futboleros es intercambiar patadas resbalosas. El balon estass jabonoso, dijo propiamente un compa costeño que también lució la amarilla con condor en el pecho orgullosamente esta mañana.

El equipo se llama latitud cero, cosa precisa, como los ocho monos, el par de longos, y la una cotratacion foranea( un cuñado chileno), que saltaron a la cancha lejos de dicha latitud para llevarse un contundente 5 a 1 victorioso, remontando un uno a cero ahogador de comienzo. Por primera vez he visto llover en esta ciudad tanto tiempo seguido, no paró de llover toda la noche, ya se temía que se cancele el encuentro. Era como que san pedro se estaba poniendo al dia, y los paraguas volvian a trabajar. La colonia de ecuatorianos futboleros que conozco dejo en alto a nuestro toquetin una vez mas. Debutamos con un triunfo en el campeonato entre amigos.

Pero en la cancha no, no se admiten paraaguas ni paranormales, ni parapentes, ni es paradrapos. Quizas eso si, la cosa es que a diferencia de otros deportes, aqui nos bañamos con ropa si es necesario. El control se dificulta, es imperativo evitar los botes inciertos innecesarios, hay que ponerla en el tapete, pisarla, convidarla a ras de piso, el equipo con mejor tecnica y suficiente vehemencia sale avanti. Lo mejor es sentir las gotas mezclarse con el sudor, refrescar el alma, calmarla, acordarse de que a uno le negaban jugar bajo la lluvia cuando niño, pero si era un partido de campeonato ya no era culpa, había permiso.

Yo que de futbol lo unico que había hecho esta semana era patear una piedra un par de metros el otro dia en la calle, me senti homenajeado con esta nueva experiencia amateur, la asocié con los festejos agostinos, con la independencia, vistiendo la amarilla con honor, creyendome el chucho, o antoni, cabeceando en el aire, entrando con pierna fuerte, sumergiendome en el agua precipitante, respirando a travez de los litros de lineas de agua entrecortada, lavandome las máculas, gritando hasta un par de goles mojados, enjuagandome la semana.

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