miércoles, 22 de febrero de 2012

Fiesta de la carne

No hay nadie, solo queda un silencio entumido en si mismo. No se jugó la fecha como no se besaron esos novios. Ese silencio es calma que la tormenta predijo.

Era sospechoso escuchar que los compadres se enojaron, cuando no, si los compadres se quieren como amantes, se conocen tanto. En esta época donde las suspicacias son infinitamente mayoría sobre las ideas, nos atrevemos a pensar mal primero. El paro viene a ser como un tiempo en la relación. Los amantes valoran al otro, aun lo que mas les disgusta. Los árbitros nos dejan una enseñanza clave: sin reglas no hay juego. La clave nos lleva a encontrar mas suspicacias. Quien pone las reglas no siempre las aplica. Quien las aplica muchas veces las pone. Los novios volvieron.

En otro episodio confuso nuestro fútbol se confiesa y el domingo otra vez a gozar. Lo que no queda claro aun en esta novela es quien es el diablo y quien es dios.  Cada día, más se parecen.