miércoles, 1 de junio de 2011

Guanguiltagua 1 - Napoles 0

El encuentro se realizó en un campo de juego. Fue en un espacio de la comuna ancestral de miraflores convertido en parque metropolitano, otra hectárea que no cedió a la presión de ser edificio, iglesia, parqueadero, mall, o calle, que prefirió ser cancha.

Delante del golero pusimos cuatro defensas, igual numero de volantes, dos delanteros. Parecíamos la selección, el mismo molde del fútbol moderno diseñado en Italia y manufacturado en Colombia, que si a alguien favoreció en la última década fue a nosotros.

Llegamos con las justas, luego de abandonar la ciudad por diez minutos a pie desde una calle en forma de cuchara derretida, subiendo primero unas gradas y luego unas raices, sintiéndonos confundidos por llegar a un lugar de difícil acceso a pie. Maravillados por los eucaliptos gigantes al final de las quejas, la cancha nos dio la bienvenida levantando una polvareda similar a nuestras respiraciones.

Completamos con las justas. Hicimos el único cambio posible en el segundo tiempo. Improvisamos cuando salimos de lo normal al cambiar el clásico y glorioso 4 -4-2. Jugamos con tres atrás, como algun día intento hacerlo Drascovic y años mas tarde lo masterizó Bauza en esta región. Amontonamos gente en el circulo central, creamos un caos que nos ayudó a recuperar el balón y tocar mas fácilmente.

Ganamos con las justas. Al recordar que en ese terreno no se puede trasladar el balón, un cañonazo salió de la decisión y el pie de nuestro único goleador. Se inflaron con nuestro grito las redes que luego bajaríamos al ritmo del atardecer, para terminar la jornada entregándolas donde la encargada, a la vuelta de la esquina.

El uno a cero fue premio y castigo a nuestra falta de profesionalismo, al igual que la minga del dia anterior, donde con pala y azadón despejamos malezas, abrimos canales, y sembramos ideas.