viernes, 13 de julio de 2018

Conmoción versus Devoción


Todo vuelve a uno, no hay de otra manera, todo lo que uno hace se lo hace a si mismo. Pueden pasar 40 años para que te des cuenta, pueden pasar 23, a los 17 me enamoré por primera vez, como un animal, del ombligo hacia abajo, cuando ya la situación no la controlaba, es decir, al principio no le hacia caso a la suerte de tener novia, seguía en la joda, en la conmoción, en el frenesí, seguro de muchas maneras hería a terceras personas, locura, placeres de los sentidos, excesos, juventud en éxtasis, juventud divino tesoro, y un montón de otros clichés que me entorpecían la mente.

Ahora el fútbol me enseña otra vez, el título de esta nota iba a llamarse el mundial de la juventud. Si, es 2018 y estamos rendidos ante ella, divina juventud.  Basta con ver como los ancianos y niños se desesperan por tenerla, comprarla, operarla, anticiparla.

Cuando leí que Francia e Inglaterra eran las selecciones más jóvenes del mundial con un promedio de 25 años y un poco menos, pensé, ahí están mis dos favoritas. Se acercaban a la final, me sentía joven y sabio, estúpidamente, rendido al culto de la juventud.

No me di cuenta, recién lo entiendo, que el gran papel se Japón poniendo en jaque a Bélgica y de Corea del sur eliminando a Alemania era un aviso, que equivocado andaba, conmocionado, emocionado, cegado. Estas culturas que valoran la sabiduría de los viejos me abofeteaban ese ego juvenil, quizá no entendía lo que no quería, ya no soy tan joven, pero envejecer no es una humillación, como dice mi maestro el psicomago Jodorowsky.

Este año al igual que Nicanor parra se me fue mi abuelo chileno a los 93 años, el tipo mas jovial y optimista que jamas conocí, se reía de su ceguera, se reía de todo, vivia y murió agradecido con la vida, en calma, con devoción. Mi abuelo era un poeta y su poesía era vivir.

Mi otra maestra, mi joven profe de yoga, me explicó que lo contrario a la conmoción es la devoción. Pensé en esto ahora que Francia, los jóvenes, están en la final, pero croacia, los no tan jóvenes, eliminaron a Inglaterra, los leones quedaron como cachorros que son, llorando su pena en semifinales, conmocionados.


La devoción por su abuelo, pienso, hizo que luka modric, la manija de Croacia, otro hijo de la guerra de los balcanes, y que vivió el fusilamiento de su abuelo siendo niño, haya adquirido esa sabiduría de los viejos, como la del maestro tabarez de uruguay, como la de mansukic, ese guerrero de.mil batallas pérdidas en el bayern y la juve, ese viejo de mierda que los eliminó con un golazo estando incluso medio lesionado.

Esa calma ante la adversidad de los croatas no la tuvieron los ingleses, por mas que trabajaron con una psicóloga deportiva que les sacó el trauma de que su nación, inventora del fútbol, no ha ganado un mundial desde 1966, no le alcanzo tampoco hacer un team  building con las fuerzas especiales del ejército inglés, ese que se jactan conquistó y colonizo tres continentes, de ahí los tres leones de su escudo.

La devoción croata por su bandera mas los años fue mayor a la juventud inglesa, conmocionada con el empate faltando veinte minutos, condicionada por su frenesí, pensé en que otra vez no se nada, o no se todo, que siempre se aprende. Croacia a la final, después de tantas dificultades, después de tantos años de lucha en las canchas y en las batallas entre hermanos.

Si algo me quedó claro, entendiendo una vez mas la vida en el rectángulo sagrado, es valorar los años, esa experiencia bien utilizada es más valiosa a veces que cualquier lucha inútil por conservar una juventud eterna.

martes, 2 de enero de 2018

Cabeza de Pelota: La premiación

El  equipo de fútbol de niños del barrio llegó a la final y está presente en el salón de premiación. Cabeza de pelota, su capitán, está congelado. Pero no es por frío, mira a su alrededor y no ve a su padre.

Las palabras que prepararon la noche anterior para la premiación se quedaron anotadas en la hoja de papel ministro sobre la mesa de la cocina.


Todos los equipos están presentes, campeones, vicecampeones, terceros, y demás participantes. El comité barrial organizador del TORNEO RELÁMPAGO POR FIESTAS DE QUITO 1987 anuncia el inicio del acto solemne de premiación con la entonación de las sagradas notas del himno nacional. Canta Cabeza de pelota erguido como todos los capitanes de los equipos lo hacen, pero siente que se hunde a medida que pasan las estrofas y su discurso no llega con su padre.


Luego de las palabras de bienvenida de don Vicente, el señor español que prestó el salón para el baile, la final del cuarenta, y la premiación, el turno de recibir trofeos y entregar palabras de agradecimiento es para los capitanes, campeones y demás participantes.


Comencemos con los más pequeñitos dice don Vicente, mirando fijamente a Cabeza de pelota, capitán del equipo. Son las dos y una de la tarde de un viernes soleado y sin clases del veranillo del niño, Cabeza de pelota lo sabe porque mira el reloj en la pared mientras siente una gota de sudor frío rodar en cámara lenta por su sien hasta su cuello, como lo hizo el balón al entrar en el arco en la final. El no quería dar el discurso porque se pone nervioso cuando pasa al pizarrón en la escuela, pero esto es mil veces peor, está todo el barrio presente, y los adultos actúan extrañamente felices, cariñosos, y amables.


El micrófono llega a su mano, todas las miradas están sobre él, como cuando cobró el penal en la final, respira apurado, contrario a los consejos de su entrenador/padre, el corazón le brinca, la voz no le sale, los ojos le sudan como queriendo llorar, y le tiembla la mano involuntariamente.


Traga saliva, Gracias, dice, TODOS SOMOS CAMPEONES, estallan los aplausos en el salón. Eso, continua, me dijo mi papá, confiesa, sonriendo asustado. Pero no me acuerdo el resto del discurso, el resto dijo era sólo para contentar a los otros niños y sus padres.