martes, 2 de enero de 2018

Cabeza de Pelota: La premiación

El  equipo de fútbol de niños del barrio llegó a la final y está presente en el salón de premiación. Cabeza de pelota, su capitán, está congelado. Pero no es por frío, mira a su alrededor y no ve a su padre.

Las palabras que prepararon la noche anterior para la premiación se quedaron anotadas en la hoja de papel ministro sobre la mesa de la cocina.


Todos los equipos están presentes, campeones, vicecampeones, terceros, y demás participantes. El comité barrial organizador del TORNEO RELÁMPAGO POR FIESTAS DE QUITO 1987 anuncia el inicio del acto solemne de premiación con la entonación de las sagradas notas del himno nacional. Canta Cabeza de pelota erguido como todos los capitanes de los equipos lo hacen, pero siente que se hunde a medida que pasan las estrofas y su discurso no llega con su padre.


Luego de las palabras de bienvenida de don Vicente, el señor español que prestó el salón para el baile, la final del cuarenta, y la premiación, el turno de recibir trofeos y entregar palabras de agradecimiento es para los capitanes, campeones y demás participantes.


Comencemos con los más pequeñitos dice don Vicente, mirando fijamente a Cabeza de pelota, capitán del equipo. Son las dos y una de la tarde de un viernes soleado y sin clases del veranillo del niño, Cabeza de pelota lo sabe porque mira el reloj en la pared mientras siente una gota de sudor frío rodar en cámara lenta por su sien hasta su cuello, como lo hizo el balón al entrar en el arco en la final. El no quería dar el discurso porque se pone nervioso cuando pasa al pizarrón en la escuela, pero esto es mil veces peor, está todo el barrio presente, y los adultos actúan extrañamente felices, cariñosos, y amables.


El micrófono llega a su mano, todas las miradas están sobre él, como cuando cobró el penal en la final, respira apurado, contrario a los consejos de su entrenador/padre, el corazón le brinca, la voz no le sale, los ojos le sudan como queriendo llorar, y le tiembla la mano involuntariamente.


Traga saliva, Gracias, dice, TODOS SOMOS CAMPEONES, estallan los aplausos en el salón. Eso, continua, me dijo mi papá, confiesa, sonriendo asustado. Pero no me acuerdo el resto del discurso, el resto dijo era sólo para contentar a los otros niños y sus padres.





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