jueves, 14 de mayo de 2009

Sumando

El loco del barrio estaba sentado en su esquina risueña, como que sabia que el dia acababa bien al menos en una banca. Un entrenador pasaba encapuchado amando al algodon con las orejas, esquivandole al frio, o queriendo retener ciertas frases y espantar otras, que ni suyas le correspondieron mas, sin saber como, le llegaron mas. A veces no se gana, pero hoy nunca sera asi, hoy un equipo gano. Paso en un dia medio malo que debio serlo, que al final, tiene el inigualable sabor a revancha que endulza cosas que ni debe, con esa alegria merecida, que hasta se usa sin permiso para amortiguar cualquier pensamiento malo, hasta los ajenos, esa alegria que es tan fuerte, tan pasajera en esto de patear un balon.

Apesar de estar junto a la cancha el entrenador lo vive todo muy alejado para su gusto, quiere al futbol porque nunca lo tendra del todo, como lo tuvo quizas, si un dia jugo nunca lo disfrutara tanto, es una paradoja que este sudando asi hacia adentro, sin correr, pretendiendo dirigir los niveles de emocion de los jugadores , frenando, acelerando, alimentando confianza, indicando donde se deben parar, donde correr, como cerrar, cuando ir, cuando no dudar, destruyendo miedos, con palmas, con gestos, en noventa minutos, de vidas enteras.

En un mano a mano que su arquero salva se quiere dedicar a otra cosa, en una pared de su equipo revive, quiere decir tanto que suena a demasiado, ellos solo quieren jugar, sus palabras al equipo le retumban en la caminata solitaria a la casa, el arbitro pita obediente al cronometro, se acaba, ganan, todos ganan, el DT del equipo triunfador sube del piso un milimetro, todo se justifica con esa sensacion, pero no es adicto a ganar, solo dependiente de esa satisfaccion en los rostros, de esos jugadores que le prometen volver a intentarlo.

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