lunes, 7 de junio de 2021

No somos nada

Como un millón de hormigas trabajadoras cargamos el peso de los días. Ululamos la noches como búhos sabios. Matemáticamente todo está en equilibrio, y el mensaje aparece en el universo. Este cuento empezaba mirando de frente a Medusa, tatuada en un brazo joven. Hay miedos a vivir como búhos u hormigas, uno debe mirarlos de frente aunque nos podamos petrificar, sin peros. Encerramos los miedos en conceptos, pero otros pueden ser liberadores también. Me llegaron tres en una sopa de letras premonitora en internet:


Propósito 

Como la barra de un funámbulo equilibrista me agarré de esta idea para recordar el motivo por el cual me he alejado tanto de mi Pachamama. Decidí mirar a los ojos a gente que no conocía. Tenía que estar despierto hasta las 230am que empezaba el partido Ecuador vs Brasil.  El propósito quizás no era desvelarme para ver el partido sino al revés. Empezó la magia numérica a suceder, cuando llegué al espectáculo circense pero este se había terminado. Impulsado por mi propósito di un salto al vacío. Me puse a hablarles a las hormigas y los búhos desconocidos. Una razón para viajar, buscar, conocer el mundo a través de su gente. Como un ritual de joven nativo americano, salir a encontrar algo valioso para llevarlo de vuelta. 

Caracol fue el primer extraño que conocí. Se parecía a mi sobrino, churón con ojos azules. Mi sobrino ese día celebraba su cumpleaños 14, convertido de niño en joven. Caracol tenía músculos de artista circense, espíritu libre, viajero, ciclista urbano, de Málaga. Podría ser Suresh,  el Faquir del libro que estoy leyendo personificado.  Me recordó mi amor por las bicicletas, mis 2 sobrinos,  la aventura, el aprendizaje. El teléfono se había apagado y el libro ya lo tenía guardado. Los personajes del libro iban apareciendo, cambiaba las letras de las paginas o las imágenes en las pantallas por las personas .  


Creación 

Rebeca lleva el nombre de mi hermana y mi madre, linda sincronía. Es médica especializada en hormonas y también practica yoga. Me habló de la energía y recordé que la ciencia y la espiritualidad no son opuestas. Cuando la conocí estaba con mis nuevos amigos franceses disfrazados de ekekos andinos. Ellos habían llegado recién a la ciudad, nada mejor que verlo todo con ojos de turista y sintiéndome guía, incluso del lado oscuro de las ciudades. Todo es sagrado, como esas plantas medicinales que nos abren la conciencia. El equilibrio está en la dosis exacta comentamos, en la acción diestra,  más frases del libro sobre el Faquir que estos días me acompaña salían de personajes reales. María, que lleva el nombre de mi sobrina, estaba sentada con Rebeca en la mesa donde llegué con una IPA artesana. Buscaba el arte de comunicarnos entre extraños, de disfrutar de hablar mucho, equilibrando tantas semanas solitarias en nuestros caparazones. María habló de como somos hormigas, tan pequeñas en el universo, de lo frágil de su existencia, y repitió otra frase celebre del libro, no somos nada. Se acababa la noche, caminamos hacia el metro y encontramos a los colombianos franceses músicos. Cuando uno de ellos tocó la quena andina casi lloro de emoción.  Volví a ver el partido pero me ganó el sueño y los sueños. El fútbol es solo una excusa. Perdimos dos a cero.



Amor

Sábado, me sentía libre contándole todo sobre la noche anterior a la Maite, que significa amor en Euskera. Ella escuchaba mientras tomaba fotos en el festival llamado Pachamama. Recordé la quena que tocó el francés que había vivido en Colombia y como todo encajaba matemáticamente en una ecuación equilibrada. Ella me ha enseñado a escuchar, y crear historias geniales con imágenes simples.  

El festival era de creadoras mujeres y el domingo disfruté de la energía creadora femenina. Jessica es de Suecia, me dio un masaje estilo Australiano, muy sutil, que mis caderas y me cerebro agradecieron. Cambió mi frecuencia, salí al sol y Giuleitte estaba sentada desayunando antes de la ceremonia del cacao a la cual terminé asistiendo. Yo no sabia esto ni sabia lo que era, pero al saludarnos sentí su buena vibra y quise ir. Hablamos sobre no entrar en el drama de la culpa por el ego espiritual, pero más que hablarlo ella lo demostraba, era pura vida. No dormir bien y andar hablando como búho me habían agotado. Decidí salir a saludar al taita Sol y la Pachamama y probar el cacao. Joell de inglaterra y Sebastian de Chile llevaron la ceremonia, una carta, una intención, mucho baile, hicieron remover emociones y me entregaron grandes mensajes sumados a todos los del fin de semana.  

la Kombucha hecha por Jennifer de Inglaterra y el posterior encebollado preparado por una ecuatoriana en el parque de mi barrio, sumado a la conversación con Andrea, finalmente me equilibraron. El universo me seguía asombrando.  Andrea, Andrés, así nos llamamos, con una sonrisa. Ella estaba comiendo quinoa con su hermana. Esto sucedió después de todo, para finalmente recordar, pasar de nuevo por mi corazón el mensaje clave y lo que mi madre, Rebeca, siempre me ha dicho, hay que hacer las cosas con cariño, desde saludar a alguien hasta hacer el trabajo mas duro. 

No somos nada y somos todo a la vez, el planeta entero es nuestra Pachamama. 






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