sábado, 17 de septiembre de 2016

Un hecho aislado

El tin delgado tartamudeó en la asamblea y el tin Angulo dio positivo en doping. Antonio Valencia es tan titular del Manchester de Mourinho que este viajó a Lima a verlo jugar. Enner Valencia acaba de debutar en el club de Liverpool de donde salio Rooney, el Everton, el verdadero equipo por el que torcían los escarbajos, jhon, pol, esos manes. En fin, son hechos aislados, según la visión derrotista maniqueista y acomplejada de cierta periodismo deportivo que vive de sentir asco. Es un amarillismo que parece hasta rosa.


El fútbol ecuatoriano ya no produce solo futbolistas sino Ministros y Asambleistas de la Patria, no por correr como mudos tras un balón, sino por lo que implica el fútbol, quizás hasta mas importante, lo que no tiene que ver con el balón manchado. Ese juego que utiliza la modernidad para vendernos todo y comprar hasta el alma del diablo, ya no es un juego hace rato. Aqui se profesionalizó y no se escucharon más de escapadas por parte de jugadores, para eso estaban los dirigentes que se ganaban su vacación en un sistema de recompensas por andar de metidos en todas las reuniones por deporte. Por el amor al deporte ya no baila nadie, como mejor lo dijo un jugador nuestro, no moni, no plei.

El tin angulo es un caso 2.0.  Este guambra es un milleniall que nació en una era de ganadores. No como el otro tin, que fue odiado a sus cortos 17 años cuando en un sudamericano en brasil se comía goles increíbles frente al arco.  Este tin tiene 21 años y es producto de un proceso de profesionalización y producción de jugadores de exportación. Con la administración de un comerciante judío se plasmó un cúmulo de experiencias previas que llevaron a este país a vender un goleador juvenil porque su desempeño lo llevó a la cima de América en la copa libertadores. El tin Angulo les hizo el partido a River y a Boca de Argentina, fue tan letal cuando tuvo que serlo. Quizás estaba jaladazo, quien sabe, quien sabe si es ventaja o no, que sabrá esa cabeza del tin que no sabemos nosotros.  La vida de muchos de estos futbolistas es una película de Cordero, un drama que el fútbol podría convertirlo todo en un sueño despierto.


El León de la premier pone la mira y muerde. Antonio Valencia es un jugador tan correcto que aun no se lo devora la liga más competitiva del mundo, donde para jugar debes ser seleccionado de tu país si no eres de la comunidad europea, donde llegan únicamente los mejores del mundo.  Enner debutó en el partido 600 de su nuevo compañero, Garret Barry, un cinco zurdo con visión de diez, un jugadorazo como Giggs o Lampard, los únicos otros tres jugadores con 600 o más partidos en la premier. Valencia llega sin marcar en los últimos veinte partidos para su anterior equipo, es decir, como en la vida para algunos, para los delanteros, si no la metes, por más que todo este bien nada está bien. Jugar bien no le basta jamás a un delantero para quedarse en un equipo. Enner Valencia está al otro extremo de Antonio, el que derrocha regularidad y sostenimiento, una carrera excepcional en el equipo más grande del mundo para muchos, el gran Man U, ganándose el puesto cada año. Un jugador que llegó a Europa cuando el tin Angulo aprendía a drogarse en su barrio y el tin Delgado nos llevaba por primera vez a un Mundial.


Pero lo del independiente no cuenta mucho, es un hecho aislado, no se relaciona en nada, somos un fútbol malo, malísimo, nos creemos más de lo que somos, lo de Liga no fue tan importante porque ganamos en la altura esos cuatro títulos, todos, internacionales. En fin, lo curioso es como este fútbol mediocre logra que proliferen tanto periodista deportivo, radio, canal, entre otros medios especializados, mientras que otros deportes son huérfanos de cobertura, este que les da de comer y muerden, cuando escupen para arriba y parecería sin saberlo, como es que los engendra tanto.

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