domingo, 25 de septiembre de 2016

Mundo deportivo

Hace ya unos cuantos campeonatos mundiales estaba mi yo de trece años sentado esperando al orador de turno en la avenida amazonas en la sede de Liga. Cerca de seis campeones mundiales después, sigo buscando descifrar los consejos que el maestro Carlitos Efraín Machado, a una centena de aspirantes a futbolistas infanto juveniles nos dejó. 

Me había olvidado de esta charla pero volvió a mí cuando el loco Baldeón, heredero del cariño popular de don Carlitos, puso un tango que repicó en mis entrañas y despertó a parte de ese niño amante del fútbol que la cultura y los años han acallado. Pensé en que ese tango también lo había escuchado en la sala de mi abuelo Guillermo alguna vez, así como sus mejores consejos, los de los niños que ya han dormido y volvieron a despertar en sus años dorados para enseñarnos tanto, si les permitimos. 

El loquito baldi, como le dicen con cariño los radioescuchas, ha adoptado una política similar a Woody Allen, ¨si vas a copiar, copia del mejor.¨  Baldeón le ha copiado la música y el cariño con el pueblo a don Carlitos Efrain, también ese patriotismo demostrado en su orgullo al no esconder su identidad, sino enorgullecerse de la misma. En una época en que se nos caen los referentes todos los días, el hombre ya caido, el que reconoce sus errores y sus tinieblas, pero se ríe ante la vida dura que le tocó, es nuestro gurú. Quizás a baldi le convenga copiarle transmitir estos tres consejos que en una charla dio Carlitos Efrain a un poco de cauchitos de la Liga a principios de los noventa:

Está abarrotado el salón donde nos han convocado con nuestra camiseta de presentación roja que vestimos orgullosos a todos lados. Yo conozco al orador de la charla por mi padre, que todos los domingos escucha el programa de radio donde llama la gente y participa en cuanto sabe usted de fútbol. Carlitos nos dice que el cree que los futbolistas deben aprender entre otras cosas a expresarse. Mi amigo el Pablo quiere ser futbolista y es tan dedicado que en su casa tiene anotado en un papel lo que diria en una entrevista, y a veces lo repasa. Carlitos Efraín pregunta al auditorio de carasucias que si sabemos que significa la palabra ¨Croque.¨   Ante la pregunta nos quedamos mudos al principio, esperando que la charla, como muchas, no involucre que nosotros hablemos, sino escuchemos. Pero Carlitos nos hace pensar, nos provoca diciendo croque vamos a ganar, croque jugamos un buen partido, ya en un acento costeño futbolero. La primera lección de la noche es pensar en saber expresarse bien, para comunicarse entre compañeros, con el entrenador, y quién quita un día en la televisión. Creo que, no es necesario decirlo indica Carlitos Efraín Machado, que con su tono de voz y su carisma tenía a los asistentes hipnotizados, como si supiéramos que estamos frente a una leyenda de la cual escucharemos el resto de nuestras conversaciones futboleras. Carlitos nos cuenta luego con pena que en una reunión entre periodistas en un sudamericano él les dijo que para morirse tranquilo tenia que verle a Ecuador en un Mundial, y le respondieron, unos brasileros, que entonces el nunca moriría. Carlitos dijo eso no puede ser, y su generación va a cambiar esto, porque tienen todo guambras, todo para ser igual o más que cualquiera. Tenemos que saber hablar, leer libros para esto, el periódico, enterarse de otras cosas, no sólo de la pelota. El segundo consejo se refiere a la audacia, porque si uno no le pega al arco jamás hará un gol. Para esto nos contó la historia de un pobre que se ganó un pasaje en un crucero, pero que no llevó comida y pasó hambre, hasta que el último día se atrevió a preguntar y se enteró que el crucero incluía todas las comidas. Nos puso a pensar don Carlitos con esa voz que habíamos escuchado tantas veces en radio en persona, es uno de los privilegios de ser jugador de la liga, de tener ese orgullo infantil grande. La charla la finalizó con otro gran consejo, nos contó de otro tipo que un día siete se levanto a las siete, desayunó siete minutos y tomó el colectivo siete. Llegó al hipódromo el tipo y compró siete boletos apostando al caballo número siete. Y que creen que pasó dijo Carlitos, y nosotros que ganó, que el siete era su número de suerte, pues sí, dijo Carlitos, por eso el caballo llegó séptimo.


La charla terminó con un fuerte aplauso y una centena de soñadores motivados hasta el fin. Ese final fue el estar en el mundo del deporte, que en ese entonces era el fútbol, nuestro mundo. Ese mundo de Machado marcado por una nostalgia como la de un tango, de un fútbol pobre en resultados pero rico en tradición y pasiones, ese que aglutinaba familias, barrios, ese que cuando esa generación de niños que Carlitos inspiró creció unió a un País en la primera clasificación al Mundial. Carlitos pudo vivir dos mundiales con Ecuador antes de morir en el 2011, antes de quedarse para siempre en el recuerdo de un inmenso puñado de niños que a través del deporte siguen soñando trabajar con sentido nacional.  














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