viernes, 24 de mayo de 2013

Sin héroes por el pico y placa


Los hinchas siempre creamos excusas raras de porqué queremos tanto a nuestro club pero no vamos al estadio. Algunas parecen cuentos de superhéroes.  Como muchos niños ecuatorianos conozco dos héroes, uno que conocí leyendo el terruño en la escuela, y otro jugando en la cancha. Hoy no sé como festejar al del terruño, y ayer no pude ver la despedida del de la cancha.

Era temprano y cuando el flash disparó una luz verde ya era tarde. Se iba el aviso a la oficina central en forma de pixeles acusadores, se venía el castigo en forma de dinero. Era como el flash del fotógrafo de tu último partido importante. Esa foto delataría algo más allá de la alineación o la infracción de tránsito, documentaría la acción, avizoraría la consecuencia.  No escuché el sonido de la cámara como luego escuché lo que me decía el encargado de empezar a cobrarme. --Usted se hizo esto señor--. Vaya a pagar rápido mejor---
Me había metido en un pito de platas en cuestión de minutos. Pensé, no sea malito jefe, me olvidé por el feriado. No le puedo ayudar señor, usted se hizo esto. Piense.

No me acordé ese momento de 1984 y la moral mientras lo vivía un poco. Ya estaba en el sistema, en la imagen, como el personaje del libro de Orwell, que en los años cuarenta cuenta sobre un futuro dominado por pantallas.  Un día futuro en el que un gran hermano regulador nos dirige a través de imágenes, diciendo qué hacer, cuando, como, qué no hacer.

Tampoco me acordé ese momento del niño hermoso de tres años que solo vestía de superheróe o futbolista. Acepté la pena olvidando otra,  olvidando que en ese mismomomento jugaba el último partido oficial el capitán superhéroe de mi equipo, campeón de América en el 2008, el único campeón ecuatoriano de América. Lo recordé más tarde levantando la copa, escuchando sus lágrimas por radio en internet, pasando sus goles de larga distancia como misiles a los ángulos de los arcos en la pantalla de mi memoria.

Ciento seis billetes recién retirados de una ventanilla entregué en otra, una hora mas tarde del pito. La plata va y viene, la plata es lo de menos, la plata de la calle vuelve a la calle, decían los consejos. Verdad,  hasta que te falta la plata. Pensaba. Como con 1984, no leía claramente la situación, no entendía porque me pasaba. Ironicamente en el monumento al ciclista, yo, que me considero un ciclista de montaña urbana, recibía una multa por andar en auto. Ahora lo entiendo.  Quizas necesito ese rigor para leer que recomendaba un experto. Lo que me quedaba claro, la eficiencia para cobrar que tenemos en el futuro.

El último partido del jugador héroe se recuerda siempre.  La vida lo ha llevado a su límite junto a su afición. El profesionalismo es tan fugaz que nuestro único capitán héroe se ha retirado un día como ayer. No se llama Abdón, no lo han mutilado, la historia no lo ha deformado. No es un soldado raso que murío en la batalla dando ejemplo.  Se llama Patricio, juega como manaba como dice mi pana, es miembro de la nobleza de la historia del fútbol ecuatoriano. La eterna imagen de sus brazos en el aire levantando la copa es lo que ha quedado.





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