domingo, 30 de mayo de 2010

Algo Mundial


Decía Aristóteles o alguno de esos sabios antiguos que para combatir la melancolía se recomendaba evitar los excesos. Si se quiere mucho se extraña mucho. Y que mierda, faltan dos semanas y faltan cuatro años. Por ahora toca combatir la melancolía con otras camisetas.

En dos semanas veremos la fiesta desde afuera, aunque insistan las publicidades en lo contrario. Vivirlo sería que te duela realmente, y es una falsedad, para un verdadero hincha, andar sufriendo por equipos ajenos, o pretendiendo estar a través de una pantalla. Revolotearse es fácil, a cualquiera le gusta la huevadilla, es lo bacán del futbol si muerdes, joder vida, toda la pipol sale a Urdesa decía un man del manso. En esta ciudad es parecido, los noveleros gozan con el fútbol y los galones de cerveza que esto significa, hasta las modelos opinan en los programas deportivos. En todo caso bien, es parte de la pasion, no entender mucho pero igual gozar. Al ojo menos empírico también le agrada el evento máximo porque ahí están los grandes de siempre.

No hay duda que todos somos un poco brasileros cuando hasta la esférica lo es, italianos cuando las tropas cierran perfectamente el espacio al rival y dan un zarpazo letal, alemanes cuando el futbol pragmático gana por sobre cualquier análisis inútil, argentinos cuando el diego convierte al deporte en tragicomedia. Hacer una polla mundialista es tan grotesco como decir esta frase en España. Todos son favoritos aunque hay un puñado de súper favoritos. Pero la Niké tiene razón, el equipo de la mayoría seguirá siendo el verde con amarillo.

Brasil ya llegó a Sudáfrica, puntualito, educadito, como Dunga seguro lo quiso. En Teresopolis había comenzado hace unas semanas la ilusión más bonita de balón, la mayor esperanza de estética del juego, entre las montañas tropicales cariocas, los enredos mediáticos de siempre. La noticia candente es que no va Ronaldinho, un jugador tan diferente que hasta tiene su propio dibujo animado, no se diga más. Su ausencia quizás obedece a la presencia de Dunga, Dt brasilero con ascendencia teutona, dio prioridad a la disciplina por sobre la magia. Quizás pensó que Ronaldinho y su gusto por la noche no eran compatibles con su filosofía, aunque le duela hasta al presidente Lula. Tal vez Dunga entendió que Graffite más Luis Fabiano suman un Adriano, y que Robinho es suficiente para la filigrana y el malabarismo. Como se acostumbra con los técnicos, sabremos que pensar de Dunga cuando el candidato eterno juegue hermoso, feo, gane o pierda. En el 94 con Dunga como jugador y capitán se rompieron años de jogo bonito pero ineficaz. Este año esperamos ver eficiencia, disciplina, tradición, belleza. Sus puntos altos aparentemente son los obvios: Lucio, Julio Cesar, Maicon, Alves, campeones de todo este año.
El mundo si está un poco alreves como dice Galeano, este año Brasil promete ser campeón y dar espectáculo defensivo.

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