martes, 17 de noviembre de 2009

Los redondeles

Vaya a ver. Ya mismo, dicen, se acaba todo, en poco, en lo que dura un puñado de cosechas, nada mas. Vea como esta el tráfico, el clima, el paro estudiantil, la película profética de moda. Que hacer? que pensar? Ya circular es difícil, la ciudad se ha alborotado tanto con las facilidades de pago que ahora el cemento se multiplica proporcionalmente con el numero de choferes novatos, se botan arboles y jardines en nombre de la industria automotriz. Deberíamos hacer algo pero hacemos lo que podemos, subsistir.

Por un lado quieres morir cuando te clavan el claxon y por el otro quieres vivir para matar, asi de cruel se vuelve la contienda, mucho mas salvaje que cualquier choque en la cancha, mucho mas descabellada que una barrida por detràs. En la via de carriles estresados, bocinazos, humo gris, se enmarca a un clásico enfrentamiento de la ciudad: el sr. taxista vs el otro conductor

En muchos casos el cuerpo no es de ellos, la unidad manejada es un pretexto para la rebeldía, el trabajo hecho sin ganas, el desquite por sufrir sentado el sistema, por tener que trabajar para un tipo que te paga mal, porque te piten cada vez que paras en el tráfico porque quieres ganar un poco de dinero, por el maldito estereotipo en que te puedes convertir:

---Porque me pita asi y luego me bota el auto y me cierra solo por dar paso?

--ve &%&$&..... si estas con tiempo, largate a dar dar una vuelta al parque

---le voy a denunciar

--a ¨este¨ denunciale si quieres....

Ya en el otro clásico de ayer pasó algo parecido: el antifutbol fue la ofensa al ciudadano. Liga de Ecuador sucumbió frente al Deportivo Quito, lo cual esta bien, aunque de muy mala manera. Desesperantes fueron los minutos de mal teatro que nos toco subsistir, se vieron cosas como el defensa que le topan y se lesiona a morir, pero milagrosamente se recupera apenas la camilla lo saca de la cancha, el golero que sufre de espasmos y camina como bebe escaldado en la playa, el entrenador que amontona defensas en su área, etc, la vieja historia del que no quiere jugar porque sabe que no le conviene, el típico mal ejemplo.

A diferencia de las estructuras viales obsoletas de una ciudad en crecimiento, la vida de un equipo de futbol no tiene futuro ni pasado fijo porque el presente siempre lo desvaría. Su destino cambia los recuerdos y las maneras de visitarlos. Así como los redondeles, donde avanzamos gracias a la cortesía de quien debe ceder el paso, el presente dice que alguien frene para que pasen otros, sin importar que estén por delante en el futuro, y eso esta bien. El problema es ganarse ese paso manchando el recuerdo de estos partidos clásicos incluso antes de jugarlos.

El Quito, que se encamina a un merecido título, fue ayer solo una parodia de si mismo. Sabemos que como hay días malos hay partidos que se ganan mal, lo que no justifica la involución en el futbol profesional, el irrespeto al espectáculo impidiendo que se desarrolle, el circo en que se convierte un estadio. En estos días de protestas por torturas a animales, ayer los animales mas torturados fuimos los hinchas del buen fútbol-

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