domingo, 27 de diciembre de 2009

Ahorita no estoy aqui

¨Pata chueca¨ gritó un espectador, el otro no decía nada. Era un partido barrial con los equipos, el arbitro fosforescente, el vocal, un par de perros, y unas visitas de paso. Era temprano, eramos pocos. Pensé en los muchos regalos, pero mas en el que me permitiría recordar tantas cosas que se oyen y quisiera se escriban. De tanto comer y brindar, trabajar era el alimento que mas quería. Llegué lúcido, descansado, con una sensación de que ya pasó la parte baja del ciclo, porque algún conflicto aparecía cuando quize entender algo sobre batallas. Agarré valentía en la rutina que me despeja, como si hubiera sabido que de común ese día nada tendría. De todo sirvió calmarme cuando luego pasó algo que no existiría si no fuera bueno. Te .

Según Sun Tzu, la mejor estrategia para ganar la guerra es evitarla, ganar un conflicto sin que se dé, llegar a un arreglo, a una manera de entender para proceder sin mas lucha que la de un razonamiento conciliador. Pasó que luego envés de descansar seguí el día como que fuera un sábado menos, sin saber que al chucho le anularían un gol legitimo, o que terminaría siendo el fin de todo ese tiempo anterior, que aprendería números, nombres, que comenzaría otro tiempo, con ese azul indeciso que da paso al blanco neblinoso, nos recuerda ese cielo de diciembre con luces que regresan a la altura.

Si supieras, lo nervioso que uno se pone, lo paranoico, lo conciente de si mismo, inútilmente en cada silaba, cada saliva, cada salida. La sílaba fue palabra, fu, tiempo, mucho, el que hay entre eventos distantes, entre nacimientos, entre arrepentimientos. Pero basta, como dijo un sabio de la reacción intuitiva, una persona que no obedece a la moral sino a la barriga, un niño de verdad. La salida fue evitar la duda, porque siempre es bueno verse.

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