O povo vs futebol
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Dilma Rousseff, |
Brasil es la sede
de la Copa Confederaciones 2013. En la final, enfrenta al campeón del mundo,
bicampeón de Europa, España. Es una gran celebración del pueblo, pero ahora este demanda mucho más que otra fiesta plúmbea. Parecía entonces ese fútbol saturado se curaba con el jogo bonito, esa noche con activismo hermoso. Miles celebraban adentro,
otros miles reclamaban afuera. En el estadio Maracaná, cuyo nombre es el de un
periodista, el juego global de inequidades se evidenciaba. Los espectáculos modernos
no despistan desigualdades ni protestas, en el tercer mundo o el primero. Las reafirman. Algunas canchas son solo plataformas, pateamos el planeta buscando
diversión, dinero, justicias. Imagina
como sería ir al estadio de la mano de una guerrillera brasileña una bomba
panfletaria en la otra. Poco rentable sería, muy romántico, revelador. Respirarías
con dificultad pizcas de aire esquivo, como cuando se entiende un susto tanto
que avisa el cuello. Podrías jugarte la vida por los demás. Podría ser lo que falta, una consigna diferente arriesgada. Se abriga la sentencia.
Hay que hacer algo. Toda noche se acaba en su punto máximo de oscuridad.
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